¿Se puede conciliar el uso de Internet en el sector farmacéutico con la protección de datos?
El enorme ahorro económico y la mejora en la satisfacción de los usuarios están impulsando interesantes avances tecnológicos
Las nuevas tecnologías representan una oportunidad para la mejora de la calidad de los servicios de la salud. Proyectos como la receta electrónica o la historia clínica electrónica son buenos ejemplos de la aplicación de una estrategia tecnológica que pretende gestionar de forma eficaz y eficiente la gran cantidad de recursos invertidos.
En España hemos alcanzado una gran complejidad en los sistemas informáticos, a todos los niveles del sistema sanitario, que almacenan y procesan grandes volúmenes de datos no homogéneos y dispersos, con información no contrastable y con flujos complicados. Muchos de estos sistemas no son compatibles, no sólo dentro del sistema público, sino también éstos a su vez, con los de la sanidad privada. Además, sabemos que mantener tales sistemas resulta extremadamente costoso ya que en la mayoría de los casos se trata de aplicativos y tecnologías específicas de las que las administraciones terminan resultando cautivas. Un ejemplo es, hoy, la propia receta electrónica.
En el otro lado, están los usuarios, que esperan que el servicio se les preste con rapidez, fiabilidad y privacidad. Los usuarios quieren poder viajar o poder cambiar de médico, de hospital, o de seguro médico, sin tener que llevarse consigo su historial en informes en papel o radiografías. Cada vez más utilizan Internet, el correo electrónico, las redes sociales, los terminales móviles avanzados …
Internet y los nuevos terminales pueden y deben ser la clave para acercar los procesos de atención sanitaria a los usuarios. Son parte de la iniciativa conocida como “e-Health”. El enorme ahorro económico y la mejora en la satisfacción de los usuarios están impulsando interesantes avances tecnológicos en todos los campos.
En este contexto, uno de los retos a los que se enfrentan tales avances es el de su conciliación con el derecho a la privacidad, reconocido como derecho fundamental en nuestra Constitución, y en el próximo Reglamento Europeo de Protección de Datos. Conviene recalcar aquí la enorme importancia que la UE está otorgando, en dicho borrador, a la protección de los datos relativos a la salud.
Pero entonces, ¿cómo conciliar el uso de Internet y sus aplicaciones con la seguridad de los datos de salud? ¿Cómo pueden las nuevas tecnologías promover la creación de nuevos modelos de negocio sanitario sin que la privacidad suponga un freno? ¿Cómo puede mejorarse la percepción del paciente de que se encuentra ante un sistema sanitario integrado, a partir de docenas de sistemas informáticos que no se hablan entre sí? ¿Cómo hacer efectivamente propietario de su historia clínica al paciente y no al hospital, al centro de salud o a la compañía aseguradora, de manera que pueda trasladarla de forma sencilla y controlar el uso que se hace de tales datos?
La respuesta a todas estas preguntas no es sencilla, pero vienen en nuestra ayuda esos interesantes avances tecnológicos para que todo esto pueda hacerse realidad sin tener que cambiar nada. Y estas novedades no son otra que los sistemas de protección de archivos que, sin almacenar documentos, sin complicaciones y sin grandes inversiones presupuestarias permiten compartir documentación y controlar en cada momento quién, cómo y cuándo accede a la información. El objetivo de estas herramientas es proteger historias clínicas digitalizadas, planes de medicación, recetas, radiografías digitales, correos electrónicos, etc., y permitir al médico y al paciente, controlar el uso y la distribución de cada uno de estos documentos, independientemente de dónde se encuentre y qué sistema lo trate.